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@jero22ind
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10/03/2020 12:00:00 a. m.
El ciclo Tomavistas extra se cerraba con el concierto de Chucho en La Riviera; el concierto fueron unos 70 minutos llenos de magia.
La noche del viernes en Madrid era algo atípica, no solo por la situación de confinamiento en Madrid, el otoño era algo latente con el viento y el frío que plasmaba el anochecer en La Riviera; pero unos pocos fieles ya esperaban desde las 20:00 en la puerta de la sala para esta noche mágica.
Chucho salía al escenario sobre las 21:05 tras el agradecimiento de la organización del Tomavistas por ese público fiel; el cuarteto mantenía una formación casi original (por aquello de que no todos pueden viajar), pero con un cuarteto elegante y resolutivo. A la zaga batería con elegancia, en el centro, como elegante front man Fernando Alfaro, que no se despegó de su eléctrica, a su derecha el bajo y a la izquierda Jordi Sapena a la guitarra y teclado; la parte vocal eran los tres miembros de la primera fila quienes hacían voz (Ferando) y coros. Del concierto, tanto el clima creado con las luces y las formas; se esperaban los clásicos y lo mejor de Corazón roto y brillante en lo que fueron unos 15 temas con tiempo para dos temas en el descuento. Empezar tan fuerte y con tanto que decir solo podía significar que el concierto era especial, De aire y Hoamm se colaban al principio, al igual que La carretera de la costa y La feria animal que causaron esa sensación de revolución entre el público que no dejaba de cantar.
La realidad es que tanto las sensaciones al estar sentados como el sonido (que recorría todo el cuerpo), nos dejaba en éxtasis en canciones como La Feria Animal, Flores sobre el Estiércol o La ambulancia y el dolor; pero sobre todo en Yoga Love y Revolución que marcaron esa primera parte del concierto junto al final de un show que se despedía con tintes más bailables (tras una racha de temas que iban directos al corazón). En el ocaso, con los temas del descuento, terminaron de descargarse, de expresarlo todo con una actitud más punk, más directos y al filo de las 22:20 dejaban el escenario, se encendían las luces, todo lo que se había cantado y vivido parecía ser el ocaso de un ciclo (no solo de este titánico Tomavistas); ahora que vuelve la oscuridad con momentos duros, era necesario que un show como el de Chucho hiciese de elixir y de redención a partes iguales; disfrutamos mucho de lo que tenían que decir y sobre todo, volvimos a ver como la cultura es segura.
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